viernes, 26 de marzo de 2010

Los meñiscos, lo sagrado y la tenencia

viernes, 26 de marzo de 2010
Caminaba con Luz que está mal de la rodilla, me pidió que descansáramos en una banca para que se pudiera recuperar un poco. Durante nuestra espera, para variar, vi algo que me conmovió profundamente. Se trataba de un involuntario desfile familiar, encabezado por un niño pequeño, seguido de su hermano ligeramente mayor y de su padre. El niño vestía una playera roja, con el logo de Ferrari, su hermanito vestía una playera roja con el logo de Ferrari, y el padre vestía una playera roja con el logo de Ferrari. Me es difícil encotrar una justificación para tener un auto de lujo que no involucre al menos un complejo de inferioridad. Me pareció, pues, una ilustración didáctica de la herencia de los vicios. Y más allá, me entristeció el orgullo con el que el padre hacía del automóvil un símbolo sagrado para sus hijos. Ya sé que estoy asumiendo que por llevar playeras de Ferrari (y por pasear en Perisur), poseían un Ferrari. Espero equivocarme, ¿pero si no?