viernes, 26 de diciembre de 2008

La exaltación de la Nutrileche

viernes, 26 de diciembre de 2008
Capítulo 1: La leche como emblema

Cuando recién salí de mi casa, para no volver, uno de los integrantes principales de mi dieta era la Nutrileche. Primeramente la adquiría por su bajo precio, ya que mi situación financiera del entonces (que no es tan diferente a la actual) me requería comprar productos 2 o 3 pesos más baratos.La leche deslactosada, que era la que se consumía regularmente en mi casa, pese a su diferencia de precio, no me era inadquisible, pero de alguna manera, además del ahorro, se tornó en un emblema personal, representativo de mi nueva actitud hacia la vida en la que pocos pesos hacían una diferencia entre un día y otro.

Pasó el tiempo.

Dejé mi ciudad.

Me pagaron unos franceses, y las cosas cambiaron un poco, para ser exactos, cambiaron apenas lo suficiente para poder ahora darme el lujo de no beber lactosa.

Capítulo 2: La chingadera tras el abastecimiento

Recientemente, por un fenómeno poco frecuente en mi vida, hice las compras compartidas con mi padre. Esto resultó en que compramos paquetes grandes de varios productos y nos repartimos el botín. Dada la inclinación de mi padre por la Nutrileche, la vaquita gorda volvió a mi vida, y me soltó una patada en el estómago. Resultó que ya no tolero la pinche Nutrileche. Su sabor como siempre, es cremosito y amigable, pero ahora me deja efectos secundarios de prolongados y fuertes dolores intestinales.

Es un duelo contra el pasado, y sé que de ninguna manera debo huir. Ahora tomo la resentida Nutrileche, cada que tengo oportunidad, tenga sed o no, y sin pensar en las consecuencias que pueda tener. Ahora soy yo contra las ocho vaquitas en mi despensa.

Quizás sea verdad que un hombre no puede escapar de su pasado.